Metáforas: Las arquitectas invisibles de nuestra mente y cuerpo
¿Alguna vez te has sentido "bloqueada", "sin rumbo" o "tirando del carro"? Estas expresiones, aparentemente inocentes, no son solo formas de hablar, sino estructuras profundas que guían nuestra forma de pensar, sentir y actuar. La investigación en lingüística cognitiva, neurociencia y psicología corporal revela que las metáforas que utilizamos diariamente construyen, condicionan y a menudo limitan nuestra experiencia del mundo y de nosotras mismas. En este artículo exploraremos cómo las metáforas funcionan como mapas mentales encarnados, cómo influyen en nuestro comportamiento —a menudo sin que lo notemos—, y cómo su uso consciente en la práctica somática, como en Danza Emoción, puede abrir nuevas vías de transformación neuropsicológica.
Las metáforas no son solo palabras: son marcos mentales
Desde los estudios pioneros de George Lakoff y Mark Johnson en los años 80, sabemos que las metáforas no son meros adornos lingüísticos. Son estructuras conceptuales que usamos constantemente para organizar lo abstracto a través de lo concreto.
Según la lingüística cognitiva, utilizamos entre 5 y 6 metáforas por minuto en el habla cotidiana. Esto ocurre porque la mente humana tiende a entender ideas complejas o intangibles (como el tiempo, las emociones o el poder) mapeándolas sobre experiencias físicas básicas. Este fenómeno se denomina mapeo metafórico conceptual.
Metáforas orientacionales: cómo el cuerpo organiza el pensamiento
Muchas de nuestras metáforas están orientadas espacialmente, apoyadas en la experiencia del cuerpo en el mundo físico. Estas son llamadas metáforas orientacionales, y siguen un paradigma que la neurociencia llama COA (Conceptualización Orientada al Cuerpo).
Algunos ejemplos universales:
Felicidad es arriba / Tristeza es abajo
→ “Está de bajón”, “Levantó el ánimo”.
El futuro está delante / El pasado está detrás
→ “Mira hacia adelante”, “Deja el pasado atrás”.
Más es arriba / Menos es abajo
→ “Subió el precio”, “Cayó en desgracia”.
Estas metáforas se apoyan en nuestra experiencia corporal: cuando estamos tristes, tendemos a encogernos; cuando estamos alegres, nos expandimos y erguimos. Así, el cuerpo no solo expresa emociones: estructura cognitivamente nuestras abstracciones.
Colonización cognitiva: metáforas que piensan por nosotras
El problema no está en usar metáforas —todas las usamos—, sino en naturalizarlas y no cuestionarlas. Muchas metáforas dominantes actúan como dispositivos ideológicos invisibles que moldean nuestros juicios, emociones y decisiones sin que seamos conscientes.
Por ejemplo:
“El tiempo es oro”
→ Nos impulsa a medir la vida en términos de productividad, generando ansiedad, prisa y culpa por “no aprovechar el tiempo”.
“El cuerpo es una máquina”
→ Refuerza el paradigma del control, la eficiencia y la autoexplotación corporal.
“La vida es una lucha”
→ Nos predispone a la hiperactivación del sistema nervioso y a la competitividad constante.
Estas metáforas son culturalmente aprendidas y forman parte de un proceso de colonización cognitiva, es decir, de interiorización inconsciente de valores dominantes a través del lenguaje.
Metáforas generativas: cuando el lenguaje crea realidades
Algunas metáforas no solo describen una situación, sino que la generan. Son las llamadas metáforas generativas. Operan como guías de comportamiento, estructurando nuestras expectativas, roles y decisiones.
Ejemplos:
“El amor es un viaje”
→ “Estamos estancados”, “Vamos avanzando”.
“Las emociones son cargas”
→ “Soltar el peso”, “Liberarse del pasado”.
Estas estructuras mentales actúan como scripts implícitos que determinan cómo vivimos las relaciones, el tiempo, el cuerpo o el dolor. La buena noticia es que podemos cambiarlas, y con ello, ampliar nuestras posibilidades de experiencia y acción.
El cuerpo como lugar de resignificación: metáforas en Danza Emoción
En el método Danza Emoción, trabajamos con metáforas no solo desde el lenguaje, sino desde el cuerpo en movimiento. A través de secuencias guiadas, exploraciones libres y prácticas simbólicas, encarnamos nuevas metáforas que generan experiencias transformadoras.
Algunos ejemplos aplicados:
“Enraizar” para conectar con la seguridad.
“Tomar espacio” para empoderarse.
“Abrir el pecho” para permitir la afectividad.
¿Qué ocurre en el cerebro?
Desde la neurociencia, se sabe que las metáforas activan tanto las zonas lingüísticas del cerebro (áreas de Broca y Wernicke) como las áreas sensoriomotoras cuando tienen un correlato físico. Este fenómeno, estudiado por investigadores en neurosemántica y embodied cognition, demuestra que moverse con una metáfora corporal activa redes neuronales multisensoriales que favorecen la neuroplasticidad.
Esto significa que al encarnar una metáfora como "soltar el peso del pasado", no solo lo comprendemos simbólicamente, sino que entrenamos al sistema nervioso para una nueva forma de autorregulación emocional.
Resignificar desde el cuerpo
Las metáforas no son inocentes. Moldean nuestra forma de vivir, sentir, sanar y relacionarnos. Pero cuando las hacemos visibles, cuestionables y encarnables, se transforman en poderosas herramientas terapéuticas y creativas.
En Danza Emoción, no buscamos imponer nuevas metáforas, sino crear un espacio de libertad para habitarlas, resignificarlas y hacerlas propias desde el cuerpo. Porque cambiar de metáfora es, muchas veces, cambiar la forma de ver el mundo mundo.
Uma Zuasti.