Exploración Corporal e Integración del Flujo libre y Contenido en DanzaEmoción
En el marco de Danza Emoción, la exploración del flujo libre y del flujo contenido no solo facilita la expresión emocional y el desarrollo identitario, sino que también activa y desarrolla estructuras neurofisiológicas clave implicadas en el movimiento y la autorregulación.
Desde la perspectiva psicocorporal, el flujo libre permite a la persona conectar con su espontaneidad, soltar bloqueos emocionales y expandirse en el espacio. Este tipo de movimiento facilita la expresión de emociones reprimidas, el despliegue creativo y el disfrute del presente. Es un espacio donde el cuerpo se convierte en un vehículo de autenticidad, permitiendo que cada gesto se vuelva único e irrepetible. En términos de identidad, el flujo libre invita a explorar la propia esencia sin restricciones, favoreciendo el reconocimiento de ritmos internos y formas de expresión propias.
Por otro lado, el flujo contenido invita a centrar la energía, sostenerla y modularla. Esta contención facilita la introspección, la autoobservación y la conexión profunda con sensaciones internas. Aquí, el movimiento se vuelve más preciso, más enfocado, invitando a habitar el cuerpo de manera consciente. En términos de identidad, el flujo contenido permite explorar los propios límites, reconociendo la necesidad de sostén y protección mientras se construye un sentido de sí mismo más sólido y enraizado.
Desde la perspectiva neurofisiológica, ambos flujos activan circuitos específicos. El flujo libre estimula el sistema límbico, permitiendo la liberación de emociones y el sistema dopaminérgico, asociado al placer y la motivación. Además, al facilitar movimientos amplios y expansivos, se activan áreas de la corteza motora y las conexiones interhemisféricas, integrando experiencias emocionales y cognitivas.
En contraste, el flujo contenido moviliza estructuras del sistema nervioso autónomo, en particular el sistema parasimpático, favoreciendo estados de calma y regulación. La corteza prefrontal se activa para sostener el movimiento consciente, mientras que el cerebelo refuerza la conexión con el equilibrio, la coordinación y la propiocepción.
En Danza Emoción, la alternancia entre ambos flujos no solo enriquece el repertorio expresivo, sino que también favorece la integración de procesos cognitivos, emocionales y sensoriales. A nivel identitario, este proceso permite a la persona habitar un rango más amplio de posibilidades, reconociendo tanto su capacidad para expandirse libremente como para sostenerse y modularse conscientemente. Así, el cuerpo se convierte en un campo de exploración donde lo instintivo y lo consciente dialogan, integrando experiencias y consolidando una identidad más coherente y plena.
Uma Zuasti