LA MIRADA AMOROSA

Sentirse amado, es la necesidad más básica de todas las personas, la actitud más humana, podríamos decir que uno de los rasgos que nos hace ser humanos es saber amar.

Mirar al otro amorosamente, es simplemente aceptarlo tal y como es, tomar lo que me gusta y lo que no me gusta. De alguna manera la mirada amorosa internamente podría ser, yo te tomo así como eres, así está bien , en vez de me gustaría que fueras de otra manera o esa parte de ti no la acepto.

Cuando miramos amorosamente, tomamos la esencia del otro, que en última instancia es la propia.

Es decir el amor nace del reconocimiento del otro en mi, del reconocimiento de esta unión en esencia y destino.

La mirada amorosa se enfoca más allá de lo aparente, más allá de la acción, y reconoce el intento de autorregulación que puede haber detrás de cualquier acción.

La actitud amorosa no implica estar de acuerdo con todo lo que el otro hace, ni lo exime de responsabilidades y consecuencias sus acciones. Tampoco no significa no enfadarse con el otro, se puede no estar de acuerdo y expresar nuestro disgusto sobre las acciones de otro y a la vez respetar la esencia de la persona y la dignidad de su ser.

Esta forma de mirar al otro se cultiva, cuando se reconoce que una misma también se equivoca, cuando se reconoce el propio dolor, cuando se conecta con la culpa de haber lastimado a alguien, y desde aquí , con humildad , me puedo reconocer en el otro y afirmarme en su aceptación, sin intentar cambiarlo, apostando a que la autenticidad del otro se vaya abriendo camino, generando una intención de cuidarlo y una voluntad de acompañarlo.

Uma Zuasti.